Esta figurilla de 34.3 cm. fue descubierta en 1903 por el arqueólogo británico Sir Arthur Evans, en el palacio de Knossos, en la isla de Creta. Desde entonces, viene siendo reproducida en todos los libros de Historia del Arte, convertida en objeto central en nuestro conocimiento de la cultura Minoica (o cretense). Está realizada en fayenza o loza pintada, y se presenta con un curioso vestido acampanado -parecido a nuestro traje de faralaes-, con un pequeño delantal sobrepuesto, cintura de avispa y pechos al aire. En cada mano sostiene una serpiente, y sobre la cabeza, lleva un gorro sobre el que se asienta un felino, tal vez un león. La obra está dotada de un gran estatismo y, probablemente, por influencia oriental, aparece con los ojos muy abiertos, quizás porque con la fiereza de la mirada se quiera expresar su gran poderío. A ello aludiría también el hipotético león.Mucho se ha especulado sobre el significado de estas estatuillas, pero hoy por hoy, su función continúa siendo incierta. La mayoría de los expertos piensa que se trata de la representación de una Gran Diosa Madre, de una divinidad femenina primigenia relacionada con algún culto de la fertilidad, lo que vendría a explicar la manifiesta exposición de sus senos. Del mismo modo, las serpientes que sostienen en sus manos, también suelen asociarse con este tipo de cultos, puesto que estos reptiles se vinculan con la eterna renovación de la vida, dada su capacidad de cambiar de piel periódicamente. En este sentido, muchos estudiosos consideran que estas deidades podrían constituir una derivación de las primitivas diosas madres neolíticas y, a su vez, los precedentes de las diosas griegas Deméter y Perséfone. En cualquier caso, disponemos de abundantes evidencias arqueológicas que nos indican que las mujeres ocupaban una posición dominante, o, en todo caso, muy importante, en la sociedad cretense. Ello nos lo prueba el papel fundamental jugado por las sacerdotisas en las ceremonias religiosas y la abundante presencia de mujeres en contextos rituales. Ello explicaría la escasez o, según algunos investigadores, incluso ausencia, de imágenes de culto masculinas. Por otro lado, los símbolos fálicos, tan abundantes en otras religiones, están totalmente ausentes en el arte minoico. Estaríamos,pues, ante una civilización de tipo matriarcal que explicaría no sólo la gracia y elegancia de las damas -con sus hermosas faldas de volantes y generosos escotes- sino, lo que es más importante, el carácter pacífico de su cultura, como prueban la ausencia de ciudades amuralladas, las escasas pruebas de la existencia de armas y, como consecuencia de ello ,la falta de escenas de batallas en su arte. El tono amable, pacífico, hedonista, de bienestar generalizado que se desprende del arte cretense ha hecho que algunas feministas contemporáneas y otros adoradores de la Diosa hayan convertido estas figuritas en representaciones del poder psíquico y espiritual de las mujeres.
viernes, 13 de noviembre de 2009
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Es una gran señora, madre y reina. No hay duda de que es muy poderosa, no se si intenta proteger o impresionar, esta inmensamente quieta, alerta y vigilante. Su elegancia en el porte y sus senos desnudos la convierte en algo extremadamente femenino y fértil, sin embargo según tu comentario todo parece indicar que está limpia de pecado, es madre y muestra con las manos en alto el símbolo de la sabiduría.
ResponderEliminarLa historia una vez más indica que sí hubo sacerdotisas, guerreras y reinas en diferentes partes del mundo. Pero la expresión del matriarcado como sistema social en algún momento de la historia no lo siento tangible, me cuesta. ¿Existía entonces oposición masculina?
¿Pepe, por qué aquí está tan claro que la serpiente indica vida y renovación y no maldad, pecado o tentación? ¿Por qué se la considera llena de fuerza y bondad y no de maldad? Me lo cuentas. Gracias
Que no lo sientas tangible, es decir, imaginable es normal. Se trata de algo muy lejano en el tiempo, muy diferente de la cultura en la que vivimos. Pero es que, además, según los antropólogos, arqueólogos e historiadores de la religiones, un matriarcado en el sentido de un sistema social en que las mujeres tuvieran el mando político es algo que nunca existió. Otra cosa es un sistema de equilibrio, de igualdad entre hombres y mujeres en el que estas últimas tuvieran un papel importante, incluso predominante, en asuntos religiosos. Tal parece que fue lo que hubo en Creta. Lo que no impedía que su rey fuese un hombre: el mítico y legendario Minos, que da nombre a esta cultura. Estos mismos especialistas son los que, con base en sus estudios de la Antigüedad, asocian la serpiente con la inmortalidad, la resurrección y la fuerza vital que determina los nacimientos, pero también, por su peligrosidad, con el aspecto maligno de la naturaleza. Sin embargo, la asociación con el pecado y la maldad parece tener su origen en religiones monoteístas como el judaísmo y el cristianismo. En efecto, en el Génesis la serpiente se asocia con el mal y se llega a identificar -¡con qué consecuencias!- con la mujer, y todo porque en la primitiva religión cananea el dios Baal-Asherah, identificado con la serpiente, era muy popular entre las mujeres por ser un culto con insistencia en una diosa madre que afectaba a asuntos que les eran propios, entre otros, la salud sexual, la menstruación, la concepción, la preñez, el nacimiento de los hijos, la lactancia y el cuidado de los niños. Pero "los del partido de Yahvé", es decir, los inclinados por el monoteísmo (una cultura de tipo patriarcal) deseaban terminar con ese culto de la única manera en que podían hacerlo, denigrándolo, tal como ocurre en el Génesis, donde la serpiente queda demonizada y maldita. Y, con ella, la mujer. Porque el conflicto no lo fue sólo entre dos grupos religiosos, sino también una lucha dirigida por lo masculino contra lo femenino, es más, un paradigma de oposición no sólo de hombres contra mujeres, sino del bien (hombres) contra el mal (mujeres). En eso se basa el cristianismo con las consecuencias que todos conocemos.
ResponderEliminarIgnoro si me he hecho entender.
No lo ignores, te has hecho entender muy bien. Solo que ahora me siento menos cristiana, no me gusta la idea que tuvieron de cambiar de chaqueta a la serpiente, tuvo consecuencias venenosas. Gracias Pepe, como siempre, es un placer escucharte.
ResponderEliminarPor cierto, precisamente la exposición sobre el Carambolo viene a demostrar que en el cerro donde se encontró el tesoro existía un templo fenicio dedicado a esa pareja divina Baal-Asherah o Astarté. Una razón más para intentar realizar una visita a la muestra.
ResponderEliminarInteresantísimo.
ResponderEliminarEs evidente que el antiguo testamento manipula la tradición religiosa Cananea, (¿llegada de los fenicios?) para modificarla hacia el monoteísmo; así Eva es tentada por la serpiente, que es la representación de un Baal potente y seductor, y ella sucumbe a los encantos declarándose engañada por su debilidad: Dos pájaros de un tiro. La mujer culpable y el dios Baal maligno. La serpiente demonizada.
Si en una sociedad donde el culto es practicado en su mayoría por mujeres y con deidades femeninas, todo queda aclarado.
Otra cosa es la existencia de las sociedades matriarcales. Creo con José, y la versión de tantos antropólogos, que esas sociedades en sentido estricto no existieron, pero si que existieran sociedades igualitarias con un grado de libertad de la mujer jamás posteriormente conquistado. Así en libros del antiguo testamento se hace crítica a la promiscuidad entre mujeres (jugar a rameras con las hijas) como divertimento o que las deidades femeninas (madres e hijas) compartían varón, que a su vez era consorte e hijo, para de este modo cumplir su función de renovación de la vida, cosa que a los patriarcales debía gustar poco.
No estoy seguro si esas relaciones familiares (padres, madres, hijos, esposos y consortes) tienen el mismo significado que en la sociedad actual. ¿Podría ser pertenecer a misma tribu en vez de familia?
Es posible que el arte sea un aliciente más que suficiente para entender la historia...o al menos aquella remota y lejana historia.
Gracias a los dos por provocar mi curiosidad y tirar de libros olvidados....ahora que ando arrojando al fuego libros de texto.
Siento que el papel de la mujer y su propia libertad en la historia, va dando saltos y nuestro poder manipulado, a veces no en función de fechas sino de culturas, una evolución carente de ritmo. Unas veces somos débiles e inocentes aquí, otras tentadas o tentadoras allá e inocentes o culpables en otro lugar. Unas culturas enardecen nuestra libertad sexual y avivan la promiscuidad y otras nos castigan con la castidad. José, dime si esta historia es cierta:
ResponderEliminarEn los inicios de Roma, dos hermanos se enfadaron, Amulio destronó a Numitor, matando a sus hijos y condenando a su hija, como sacerdotisa… a la virginidad perpetua. El dios Marte, que no era de la misma opinión, intervino y la joven dio a luz unos gemelos que fueron abandonados en el Tíber por órdenes de su tío, que se sintió engañado. A esos niños los amamantó una linda loba que aunque animal, era el único elemento libre de este cuento. ¿Es cierto, la virginidad como castigo? ¿Fueron Rómulo y Remo el resultado de un castigo de castidad burlado? Gracias.
Todo pueblo con una historia gloriosa -y el romano la tuvo- trata de buscarse unos orígenes ilustres. ¿Hay algo más ilustre que buscarle una paternidad tan importante al fundador de Roma, Rómulo?. Nada menos que Marte. Pero es que, además, según la mitología relatada por Virgilio en la Eneida, Rómulo y Remo eran descendientes de Eneas por medio de su madre, Rea Silvia. Y Eneas era hijo, a su vez, de Venus y del príncipe troyano Anquises, primo del rey Príamo de Troya. Esto quiere decir que, echando mano del mito y la leyenda, se ponían en relación los orígenes de Roma con los de Troya. ¿Quién da más en el arte de buscarse unos antepasados con pedigrí? Los romanos podían dormir tranquilos con unos ancestros tan glamourosos. Sólo que el relato tiene poco, o más bien nada, de histórico. Pura invención. Por la misma regla de tres, los que inventaron la leyenda quisieron buscarle unos precedentes ilustres a uno de los cultos más importantes de Roma. El de Vesta, ejercido por seis vírgenes, que velaban por el mantenimiento del fuego del hogar público. Su castidad representaba la pureza de Vesta, la llama pura del hogar. A cambio del mantenimiento de su virginidad o, más bien, de su castidad, disfrutaban de grandes privilegios. Pero si la quebrantaban, podían ser enterradas en vida. De modo que la maniobra de Numitor no era mala idea, sólo que, al parecer, no contó con las dotes de persuasión del dios Marte. ¿Quién, con dos dedos de frente, se niega a los requerimientos amorosos de un Dios?
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